29 de setiembre 2015 – Adoptamos una aldea

«Mi aldea» Mero Gaon (*)

Suspendida en el borde de la montaña a 1718 m de altura, está esta aldea que ha quedado completamente destruida por el terremoto del pasado abril. Ahora va a ser reconstruida gracias al compromiso auténtico de Gyetrul Jigme Rinpoche, y por las donaciones de sus allegados y estudiantes.

Inspirados por Rinpoche. Rinpoche conoció su existencia gracias a uno de sus estudiantes nepaleses quien le comunicó la desgraciada situación de la pequeña comunidad de trescientos cincuenta habitantes, de los cuales ciento cincuentas con niños y jóvenes. Rinpoche acudió con rapidez para conocerla in situ y tomó inmediatamente la decisión de ayudarles en la reconstrucción de todas sus viviendas. El acceso al pueblecito es muy dificultoso, exige caminar en la montaña durante largo tiempo y después de un tramo en coche bastante incómodo. Antes de llegar, se observan aquí y allá algunos refugios precarios justo al lado de las casas en las cuales mejor ni entrar ya que hay riesgo de que se derrumbe en cualquier momento. Más allá, un edificio hecho de hojalata y bambú al borde de desintegrarse … sustituye a la pequeña escuela de montaña. Pasamos el puerto entre montañas y allí, en la otra  ladera al fin descubrimos la aldea.  Los refugios de urgencia – que se han hecho de toldos, plásticos, chapas de hojalata, piedras y todo lo que se haya podido encontrar- se acurrucan los unos contra los otros, como para darse seguridad, darse calor y permanecer unidos frente a la adversidad. Más abajo, se encuentran las minúsculas parcelas de cultivos en terrazas en las que los campesinos producen fresas para ponerlas a la venta, algo de maíz y verduras para consumir. Una cosecha que apenas les llega para tres meses. Si, fuera de este período los hombres no encuentran un  trabajo, la familia no comerá.
Rinpoche se presenta en la zona inmediatamente después del terremoto … El único acceso a la aldea, el camino por el que se transporta todo sobre la espalda de hombres o mujeres … Un refugio… La pequeña escuela provisional… La aldea rodeada de cultivos en terrazas … Al sur en la lejanía, Katmandú y su polución.

Sobreviviendo. Toda la comunidad es tamang, uno de los grupos étnicos de Nepal, cercano a la cultura tibetana y sherpa. Todas las familias son budistas, excepto una que es cristiana. Extremadamente pobres, ninguno ha tenido la posibilidad de ir a la escuela y el terremoto les ha llevado a una situación de supervivencia extrema. Algo positivo: el agua. Es potable ya que procede de una fuente situada un poco más arriba en la montaña. Algunas mujeres nos comentan que cuando se produjo el terremoto, por suerte se encontraban en el exterior, algunas gritaban, una de ellas se desmayó y un poco más allá, una chica murió sepultada. Todas sin excepción se encontraron sin techo, sin nada, en estado de shock y aisladas. Hospitalarias y sólidas, estas campesinas se enfrentan a la situación y tratan de reconstruir sus casas, la vida sigue. Hay que precisar que Binay, el ingeniero nepalés responsable de la realización del proyecto ya ha entablado con ellos una relación espontánea, cálida, amistosa y casi familiar de manera que siempre es recibido con gran cordialidad. stá a la escucha, les dice cuando hay alguna novedad, responde a sus preguntas, les explica y muchas veces hasta consigue hacerles reír. A pesar de todo, dos mujeres nos dicen que saben que este drama puede producirse de nuevo en cualquier momento y que el miedo sordo está ahí al acecho, en segundo plano.

Una de las familias que nos ha recibido … Conversaciones entre Binay y algunos campesinos… Complicidad, risas y sonrisas por una foto… Dos mujeres de la aldea … Los niños también participan a su manera.

Reconstruir las casas. El proyecto, muy bien pensado y elaborado por un arquitecto y un ingeniero bajo la inspiración y el liderazgo de Rinpoche, comienza a realizarse bajo la responsabilidad y la autoridad de Binay, a la vez sencillo y sutil, informado y profundamente humano. Se ha creado una casa modelo y los mismos campesinos se van a encargar de la construcción de las cincuenta y cinco casas previstas para todas las familias. Así que su construcción les resultará totalmente gratuita. La compra de los materiales y su transporte, la remuneración del arquitecto, del ingeniero y de Binay responsable sobre el terreno, serán asumidos por los benefactores. También bajo su autoridad el ‘comité de la aldea’ establece las prioridades de construcción, verifica el trabajo y asegura su continuidad. Es la autoridad moral para el conjunto de la aldea, este comité está compuesto de once personas – cinco mujeres y seis hombre – cada uno representa a cinco casas. La construcción la realizarán veinte campesinos después de hacer el aprendizaje allí mismo bajo una tienda de campaña que será instalada. Con ellos, el resto de los habitantes – incluidos los niños – también ayudarán preparando las comidas, llevando el agua y los materiales, etc, cada uno participando según sus posibilidades, su edad y su fuerza.

Los enseres, los muebles que se almacenan como se puede… … En el interior, se trata de vivir lo mejor posible pero la falta de gas no arregla nada … Se cocina sobre un fuego de leña junto a un muro que está todavía en pié, pero por poco tiempo ya que se va a derribar para recuperar las piedras … Un « techo » consolidado … Maqueta de las futuras casas … La tienda de campaña donde aprenderán las veinte personas antes de poner la primera piedra.

¿Y los niños ? El día de nuestra visita, están rodeando a los adultos. Algunos de ellos establecen contacto a través de su sonrisa, otros están serios y un poco alejados. Todos observan y escuchan con atención lo que sucede y lo que se dice, traducido al nepalés por Binay.  Y cuando los adultos ríen con sus palabras, ellos también ríen. Los más jóvenes parecen haber encontrado de nuevo el placer de jugar, pero sus ojos están cargados de sentido. Por ejemplo, ¿qué hacer cuando somos una niña pequeña y hemos asistido a la desaparición de nuestra aldea y pasamos por la experiencia de que el suelo se hunda bajo nuestros pies?  Pues bien, dibujaremos nuestra nueva casa en el suelo, algunas piedrecitas las transformaremos en una cocinita donde preparar la comida y cocer las verduritas.  Pero, sobre todo, dejaremos cuidadosamente los zapatitos a la entrada para no ensuciar nuestra nueva residencia.  Enternecedor, encantador … Le resulta paradójico a quien os escribe estos blogs, y éste se convertirá en el momento más conmovedor de la jornada. Esta escena muda, ingenua e inocente, resume todo el drama que tuvo lugar aquí, en Nepal.

Para estas niñas completamente absortas en su casita y cocinita imaginarias, el resto del mundo no existe.

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Amistosamente y hasta pronto,

Ripa Council, M.B. y Centro Ripa Internacional


(*) Mero Gaon – « mi aldea» en tibetano – tiene como misión reconstruir aldeas nepalesas afectadas por el seísmo y permitir así a la población tener una vida normal y cubiertas sus necesidades básicas.
Para más información – hacer una donación: info@ripaladrang.org, info@merogaon.org 
  y la página de la fundación: http://www.ripaladrang.org

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